domingo, 25 de noviembre de 2012

Vicálvaro - Monte del Pilar

Es curioso, pero a poco que te lo propongas, se puede llegar en bici casi a cualquier sitio sin apenas compartir camino con los peligrosos vehículos a motor. Y para muestra la ruta de hoy que, en resumen, ha sido la siguiente:

Vicálvaro, AVC, Parque Lineal del Manzanares, Madrid Río, Casa de Campo, Aravaca, Pozuelo y Monte del Pilar. La vuelta un poquito más al sur por la urbanización Monteclaro y el camino de El Escorial, y Prado del Rey; entramos a la CdC por el arroyo de Meaques y regresamos a Vicálvaro por el AVC.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Vicálvaro - El Pardo


El tiempo no da tregua, así que las salidas serranas tendrán que esperar. No queda otra que rodar por el carril, aunque el destino de hoy, El Pardo, es bastante agradecido con los bikers incluso después de una semana de lluvias intensas. Pues nada, carrilito, carriliiito, madridrío, madridrííío, y enseguida estamos subiendo la cuesta del campo de golf que nos pone a tiro de los primeros senderos.

Éstos son hoy, en su mayoría, desconocidos (¡mira que hay!). En el primero nos equivocamos, pero da igual. Pequeña remontada por la carretera y otra vez a bajar. En ésta, ya se empieza a notar la mano del biker, con saltos preparados y demás. Otra subidita hasta las vías y en un bajadón imposible por las roderas nos percatamos de que el terreno quizás no drena tan bien como pensábamos. Nos encontramos ahora en la parte baja del arroyo de Valpalomero, zona ésta bastante trabajada también, con saltos dobles muy emocionantes (¡para el que los haga, claro!).

Hacemos ahora el clásico sendero paralelo a la carretera y subimos por pista hasta la Casa de Valpalomero. Desde aquí ya conocemos la bajada del barranco por su lado izquierdo, pero el track nos invita a conocer el lado derecho. Y no está mal, comenzando con un trazado revirado pero rápido, hasta que llegas al borde del precipicio (muy al borde) y la cosa se inclina bastante. Pero lo peor está al llegar a las vías: una sucesión de toboganes que se bajan pero no se suben, por lo que toca calzarse los zancos otra vez.

Renunciamos a subir el último tobogán y atajamos bajo las vías del tren. Improvisamos un poco y vamos en busca de la última bajada del día, la clásica del tiro de pichón. En ésta también han arreglado los saltos, y en uno de ellos, el único que hizo (parece ser que obligado por las circunstancias) un miembro del grupo, Pakito se pega un buen costalazo, afortunadamente sin consecuencias inmediatas (?). Y no hay más leña que cortar. Desandamos el camino matutino, pero a estas horas Madrid Río es otro cantar: ¡qué estrés!