domingo, 22 de marzo de 2015

A San Martín con la semiflaca


Aunque las previsiones metoerológicas no eran favorables, nadie dijo nada de no salir. Bueno sí. Nos costó un poco convencer a Javi, pero al final se animó, y seguro, seguro que no se arrepintió. Si bien es cierto que durante la primera hora no paró de chispear, tan poca agua caía que ni siquiera hizo falta ponerse el chubasquero. Luego ya, ¡ná de ná!
Quedamos con Javi en el avión, como siempre, y allí que se nos presenta con la BH calzada con tacones: unas cubiertas finas de asfalto que a la postre se mostraron sumamente efectivas. O eso, o es que este chico se dopa -que también, como acabó confesando al final-.


El caso es que aguantó perfectamente en las subidas y en las bajadas costaba seguirle la rueda, sin duda favorecido por la menor resistencia a la rodadura. Pero no nos engañemos, que la bici no anda sola por muy estilizada que sea, y hay que dar pedales. El estado de forma de Javi es muchísimo mejor que la última vez que coincidimos. ¿Querrá esto decir que se acerca la reincorporación del miembro más antiguo del grupo?

Mucho cachondeo con la forma de la porra
Y el track:


domingo, 15 de marzo de 2015

Laguna del Campillo - Eurovillas


Aparcamos en el sitio habitual, pero esta vez iniciamos la ruta por la izquierda de la laguna, pegadito a los cortados.
Cruzamos el puente verde...
... y pasamos la verja para tomar el senderito junto al Jarama hacia Velilla.
Al llegar a la primera rotonda de Velilla, giramos a la derecha, dirección Loeches.
El camino pica ligeramente para arriba; y el campo está de un verde luminoso.

A la salida de Loeches...
...el camino se endurece durante un par de kilómetros.
Pero una vez arriba en la meseta, a rodaaar.
Bordeando la urbanización Eurovillas.
Ya de vuelta, más de lo mismo hasta Campo Real, ¡y con el viento a favor!
Bajamos desde Campo Real por el cauce del río seco y ya entrando en La Poveda parecía que el día se iba a estropear.
Y acabamos por el otro puente, el de Arganda, con su asfalto nuevecito ¿?
Pinchando aquí, unas cuantas fotos más.

Y el track:


domingo, 8 de marzo de 2015

Las tres marías de Pelayos de la Presa


Existe en la literatura biciclística cierta controversia a la hora de definir a qué se refiere el término maría: estos hablan de las subidas, esos de las bajadas, aquellos de los cerros. ¡Ni en el número hay acuerdo!, que hasta seis de una tacada te puedes encontrar en la rutografía betetera


De cualquier forma, y en sus diferentes configuraciones, esta ruta es un clásico. Alguna vez hay que hacerla. Y más de una, mejor. Pero no es para iniciarse precisamente. Aquí hay que venir con los deberes hechos. Si no, toca sufrir, y mucho.


Las subidas son exigentes, tanto física como técnicamente. Hay tramos de arreones constantes para superar zonas trialeras, y hay tramos por cortafuegos que requieren muuucho fuelle. Salvo el falso llano inicial a modo de calentamiento, aquí se sube o se baja, y bien, sin medias tintas.


En cuanto a las bajadas no son excesivamente técnicas, pero tienen su aquél. La primera nos pilló de sorpresa y, ademas, Míguel se cayó, por lo que ya fuimos con el freno de pie echado. La segunda, las famosas zetas, una gozada, laaarga como ella sola. Y la tercera la mejor. La más inclinada, la más técnica, la más disfrutona.

Y para terminar un poquito de relax por la via verde del embalse de Picadas.

Las fotos y el track:

domingo, 1 de marzo de 2015

La atalaya de Torrepedrera


En principio la atalaya no era la protagonista de esta salida, pero una vez allí, hemos de reconocer que nos cautivó: el entorno, las vistas, la propia construcción...,  im-presionante.


Partimos desde La Cabrera por la M610. Nada, unos metros, hasta encontrar el camino de Cabanillas que durante estos días hace también de cauce improvisado recogiendo el exceso de agua de las fincas colindantes: ¡Afortunados los que llevan guardabarros, porque ellos no se mojarán el culo!

El Chifladero
Hasta Cabanillas de la Sierra ha sido todo bajar, pero al poco de pasar el pueblo comenzamos la subida al cerro del Chifladero. Luego un poquito de sube y baja por la cuerda de la sierra para llegar al sifón de San Vicente.


La bajada es vertiginosa (la primera parte a pata, que el terreno estaba muy suelto y las profundas roderas no daban nada de confianza) y la subida por el otro lado, hasta superar la planta potabilizadora del Canal, se hace durilla. Luego seguimos ganando altura hasta la atalaya, alternado caminos y asfalto casi a partes iguales.


En lo alto las vistas son espectaculares. Hay un refuguio acristalado para los días de más frío y el edificio está totalmente restaurado y se puede acceder al interior, con su placa informativa y todo. El que quiera saber qué pone que suba y lo lea, merece la pena.

La atalaya de Torrepedrera o de El Berrueco
La bajada hasta El Berrueco está muy bien; empieza suave por caminos y senderos estropeados por las motos, con muchos badenes, y va ganando poco a poco inclinación, con un tramo final de pura adrenalina.

¡Culo to p'atraaaás!
La salida de El Berrueco es pistera y pica hacia arriba, salvo un corto tramo para cruzar el arroyo de Peñacadenas. Luego, los típicos caminitos arenosos de la zona; todo muy tranquilo y muy normal. ¡¿O no?!

Resulta que en un momento dado el track es interrumpido por una alambrada que corta el camino. ¡Que manía tiene la gente de poner puertas al campo! Retrocedemos para intentar bordear la finca pero... un caballo suelto y ¿juguetón? nos corta el paso. ¡Joder con el bicho! Durante un rato nos somete a un marcaje (especialmente a Puchi) que ni en los tiempos de 'Goico' con Maradona, oiga. Con la ayuda de unos caballistas (que afortunadamente pasaban por allí) y tras la pertinente ración de descojone por su parte conseguimos salir de allí de una pieza. ¡P'habernos matao!

Las fotos pinchando aquí.

Y el track.