domingo, 30 de junio de 2013

Cueva Valiente desde La Jarosa

Problemas mecánicos de último minuto han impedido a Jesus realizar esta ruta, así que con Míguel ausente, solo quedábamos dos (Paco y Puchi) para dar la bienvenida al que esperamos sea un nuevo componente del grupo: Róber, hermano de Paco para más señas.

Hoy la idea era dar una vuelta por La Jarosa y, si nos veíamos con fuerza, intentar alguna cosilla más. Durante el ascenso al Collado de la Mina Róber puede pero no quiere. Se mantiene detrás, cerrando el trío. Seguro que por respeto a a las canas de Puchi, porque aunque está empezando en esto del mtb, de fuerza va sobrao. Otra cosa es bajar.

No está claro cuándo decidimos subir a Cueva Valiente. De pronto nos vemos bajando hacia el camping de Peguerinos por el divertido sendero paralelo a la carretera que hace poco habíamos hecho en nuestra ruta del Camino del Ingeniero. Róber aún no se defiende bien con las piedras y las raíces, pero bueno, ya llegará el día en que perdamos su estela por estas bajadas pedroleras*.

Desde el camping tomamos el sendero del Arroyo del Prado del Toril, bastante más entretenido que la pista, pero mucho más exigente, tanto física como técnicamente. Un último tramo de pista (también evitable por el Arroyo del Chuvieco) y llegamos al Collado de la Gargantilla, puerta de entrada a Cueva Valiente.


















Son 2.225 metros demoledores con dos tramos claramente diferenciados: el primer kilómetro durísimo; y el segundo prácticamente imposible, solo apto para los elegidos (Paco, of course). Bajando lo difícil se torna peligroso y Róber sufre una caída. Luego, hasta el Collado del Hornillo se llega por una divertida trialera con un par de pasos complicados que no disfrutamos a tope porque ya venimos un poco tocados.

Y poco más. Una vez superado de nuevo el Collado de la Mina, solo queda dejarse caer tranquilamente hasta el coche.

Todas las fotos aquí.

Y el track:

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* Es que el grupo tiene unos estándares de calidad muy altos, por eso ponemos el examen de acceso complicado, para asegurarnos de que los candidatos son dignos (y están lo suficientemente enfermos) para formar parte de la familia pepedalera. Róber aprobó con nota. ¡Ja, ja! Es coña, ¿eh?


domingo, 23 de junio de 2013

Dura vuelta por los pueblos de la sierra - by Tomás


Hoy nos ha invitado nuestro amigo Tomás a rodar con él y con su compañero de fatigas Antonio. Despide así su temporada betetera antes de las vacaciones y ha preparado un bonito recorrido por los pueblos de la sierra. Muchos de los caminos ya los conocemos pero otros, sin embargo, será la primera vez que los pisemos y entrarán a formar parte de nuestro modesto conocimiento de la sierra de Madrid.

Puntuales acudimos a la cita en Villaba y enseguida Tomás nos saca del asfalto. Vamos dirección a Alpedrete y tras callejear otro poco, desembocamos en el Camino de la Pasada, el cual, pese a realizarlo en subida, sigue haciendo honor a su nombre.

Luego de cruzar las vías del tren y rodar por un camino encajonado llegamos a Collado Mediano para iniciar la subida al Cerro del Castillo, con sus duras rampas iniciales. En la urbanización Reajo del Roble y tras franquear un par de puertas el camino nos conduce en ligero ascenso hacia la Ermita de San Antonio para bajar luego bruscamente hasta la carretera M614.

Pasando la carretera y tomando el camino de la derecha llegamos a una puerta que Tomás nos invita a cruzar. Parece una finca particular y de hecho, nosotros solos no la hubiéramos pasado, pero vamos con Tomás y este hombre tiene todas las llaves (con él no va eso de ponerle puertas al campo).

Cruzamos la M601 por la Fonda Real y llegamos a otra puerta que esta vez nos toca saltar pues está candada: ¡No problemo! El camino nos conduce hasta el Embalse del Chiquillo, donde al tiempo que admiramos el solitario paraje aprovechamos para rellenar los bidones en su singular fuente.

En la pista asfaltada que da acceso a La Barranca circulamos con precaución porque hay mucho tráfico. Al llegar al aparcamiento giramos a la derecha para bajar (¡a toda leche!) por el Camino de los Almorchones. Clavada de frenos para girar a la izquierda e iniciar el ascenso al Embalse de La Maliciosa.

Bajamos por las empinadas zetas hormigonadas (lo que queda) y antes de llegar a Vista Real tomamos el divertido GR-10 hacia Mataelpino, y de allí, por la Vereda del Berrocal, hacia Becerril. Justo al cruzar la carretera, giramos a la izquierda para llegar a Moralzarzal.

Aquí teníamos previsto subir (a medias) al Cerro del Telégrafo, pero se nos echaba la hora encima y había que acortar. Así que directos a Villalba por el Camino de Alpedrete para finalizar esta completísima ruta de 50km en la que no faltó de nada, sobre todo el placer de rodar de nuevo en compañía de nuestros buenos amigos Antonio y Tomás.


Y aquí cienes de afotos.

Y el track:

domingo, 16 de junio de 2013

El Camino del Ingeniero

Qué bonita es esta ruta. Y qué dura. Quizás sea una de las más comentadas en los círculos beteteros y nosotros aún sin conocerla. Pues hoy nos ha tocado. ¡Y Paco con estos pelos! La verdad es que así es como acabó, pero la frase viene al pelo.

Cinco bikers nos dimos cita justo a la entrada de San Rafael: Sergio, Míguel, Jesus, Puchi y el de los pelos; aunque no éramos los primeros, pues el lugar ya estaba bastante concurrido de otros colegas que habían tenido la misma idea que nosotros (o parecida).
Aquí se empieza a subir desde el km 0. La pista enseguida se torna camino (el de la Peña del Águila), y el camino en sendero (variante); y el sendero se empina y se empina y se va llenando de piedras, con dos pasos de meterlo todo y, y...


Luego de recuperar el resuello y de hacer amigos en el collado donde se enlaza con la Cañada Real Leonesa y tras unos metros de bajada llegamos a la pista que nos conduce al collado del Hornillo, bastante más llevadera y donde coincidimos con más amigos (los de antes, vamos).
Para bajar hasta el camping de Peguerinos existe un senderito paralelo a la pista asfaltada que es una gozada. Uno de los amigos, el más lanzado, se nos une; los otros optan por la monotonía de la pista. Bordeamos el camping y decidimos tirar por lo fácil. La pista nos conducirá suavemente hasta el collado de la Gargantilla. Pero antes una paradita en el embalse de... (¡no viene el nombre en el mapa! De hecho, en algunos mapas no viene ni el embalse mismo) donde nos encontramos -¿a quién, a quién?- ... Pues sí.


Bastante pista llevábamos ya. Así que -¡tírate p'acá a la izquierda, que vamos a coronar el collado por el arroyo del Chuvieco!-, un sendero con no mucha pendiente pero con algún paso que obliga a darlo todo.

Y ya desde el collado de la Gargantilla seguimos pisteando hacia las praderas de Boca del Infierno, donde perdemos momentáneamente el track (en realidad estaba mal, no toda la culpa va a ser nuestra) y nos marcamos un pateo que no estaba previsto.

La bajada para cruzar el arroyo del Boquerón es pura adrenalina: al principio, piedras que te quieren sacar de la trazada, luego tierra que te hace bajar derrapando y todo con una pendiente negativa del 25%. ¡Qué gozada! Y nada más cruzar, el pateo (este ya previsto) hasta el inicio del camino del Ingeniero, el plato fuerte del día.

Inicio del Camino del Ingeniero
Son más de 10 km divertidísimos y exigentes, de mucha bajada y de muuucha subida (aunque no lo parezca). Mira que habíamos leído que había que afrontar este camino con fuerzas suficientes para disfrutarlo a tope. Y qué razón tenían. Al final, por suerte o por desgracia, nos comimos 2 km, pero no importa; así tenemos excusa para volver.

¡Qué bonita es esta ruta!. Y qué dura.

Las fotos.

Y el track:

domingo, 9 de junio de 2013

La Rompepiernas de Hoyo

Esta es una de esas rutas que siempre tienes en la recámara y estás deseando hacer; pero sin las aglomeraciones de la marcha organizada. Y con el track del año pasado nos plantamos en Hoyo, con un tiempo que, aunque amenazaba lluvia, nos respetó y apenas vimos unas gotas en la pantalla del GPS.

Es la segunda vez que venimos a Hoyo (algo imperdonable, pues el lugar merece y requiere una visita domingo sí domingo también para conocer todos sus senderos y pasos pedroleros que tanto hacen disfrutar a los mountainbikers) y el comienzo nos resulta conocido. Además, enseguida comenzamos a ver las balizas que marcan el trazado de la carrera y pensamos ¡que suerte, todavía no han quitado las señales de la marcha de este año!
Vamos acumulando senderos por la parte oeste del pueblo pero sin pasar por las grandes piedras de la otra vez, hasta llegar a la cascada del Cobacho, con su gran losa que superamos en zigzag hasta que el escalón final nos hace poner pié a tierra.

Comenzamos a bajar; en un momento dado abandonamos nuestro track para seguir a unos bikers por un sendero con mejor pinta que el que íbamos a tomar. Seguimos bajando, ahora por donde hace un rato habíamos subido para recuperar la trazada original y al cruzar el arroyo de Peregrinos (el punto más bajo de este bucle) los dos jesuses somos testigos del milagro de la separación de las aguas. Fue ver a Paco cruzarlo a toda leche y levantando unas olas de un metro que dejaban ver el lecho del riachuelo, que no tuvimos más remedio que postrarnos y meditar un momento para... ¡partirnos de la risa! Si se llega a quedar allí en medio se ahoga seguro.
Para llegar de nuevo al pueblo se remonta por el camino de Galapagar, hasta que se gira a la izquierda en la zona de los Lanchares. En este punto el terreno se va complicando por momentos, empinándose y volviéndose más técnico a cada pedalada. Pero con unos cuantos arreones en los puntos clave se puede superar, eso sí, acabas con el corazón en la boca.

Justo cuando llegamos a la civilización somos informados de que la carrera va a empezar en dos horas. ¿Eh, pero es hoy la carrera? Ni haciéndolo adrede nos sale mejor. ¡A ver si vamos a ganar sin estar inscritos, jeje!

El tramo de la Colada de las Cañadas que transcurre por el norte de Hoyo era desconocido para nosotros. Tiene tres puntos técnicos: el primero en subida es superable, pero tienes que ir sobrado de fuerzas; el segundo no se puede (además, es el punto en el que todo el mundo se hace la foto, pero bajando claro. Y el tercero es un escalón en bajada que se hace sin más que le eches un poco de decisión.

Y tras cruzar la carretera se entra en el segundo bucle, más pistero y sin ninguna dificultad ya, sólo el cansancio acumulado. Lo único destacable de este tramo es vimos a Luis, el de Biciárea, otra vez (dos en poco tiempo) ¡Que casualidad!