domingo, 24 de junio de 2012

Pontón de la Oliva - Tortuero



Partimos del aparcamiento próximo al pontón en dirección a Alpedrete, remontando las duras rampas para superar el sifón del Canal del Alto Jarama. Justo al coronar nos desviamos a la izquierda por la trialera del arroyo Reduvia.
Este sendero tiene su parte más empinada al principio, con piedra suelta y roderas profundas. Luego la inclinación no es excesiva y en muchos tramos hay que dar pedales con ganas. Lo más curioso es que está "defendido" por un ejército de arbustos que invaden la trazada con sus ramas y acabas, literalmente, apaleado.
Salimos de Alpedrete campo a través y subiendo. Pronto alcanzamos una meseta de monte bajo en la que ya podemos ver, aunque tímidamente, los afloramientos de pizarra que invaden el camino y que más adelante serán la tónica general hasta Tortuero.
Poco después de pasar el arroyo de los Guijos abandonamos el camino por un sendero arbolado que poco a poco va dejando ver la naturaleza pizarrosa del suelo, ahora subiendo, ahora bajando, hasta convertirse en una auténtica trialera de piedra negra muy divertida y asequible, aunque con algún paso puntual más complicado.
La salida de Tortuero es simplemente espectacular, por un cañón con un caminillo esculpido en una de sus laderas, con gran caída a nuestra izquierda, que a más de uno nos recordó ciertos tramos de la sierra de Cazorla. Después, carretera y pista para llegar a Valdepeñas de la Sierra.
Al salir de Valdepeñas hay que cruzar el valle que forma el arroyo de las Hoces y el track nos muestra el camino más corto, es decir, perpendicular a las curvas de nivel. Enfrente vemos la empinadísima ladera por la que tendremos que acarrear las bicis: lo más duro sin duda de toda la jornada. Pero, claro, antes "bajadote" de primera.
Después del sufrimiento Pako y Míguel empiezan a tirar como locos (?), pasándose el desvío, ¡y Puchi con el móvil KO! Gracias al motoristasolitarioquepasabaporahí, que consiguió traer de nuevo las ovejas al redil. Paramos un momento a asomarnos a las cárcavas (¡im-presionante!) e iniciamos un largo descenso 'single track' hasta la carretera que finalmente nos conduce al punto de partida.

domingo, 3 de junio de 2012

La ermita de Navahonda, desde La Herrería

Esta es una ruta tomasera, es decir, de las de Tomás. Y siguiendo sus recomendaciones, mejor hacerla en días fresquetes. Y puesto que este domingo parece ser que don Lorenzo va a apretar pero no a ahogar, no vemos día mejor para hacerla (¿seguro?).
Partimos junto al campo de golf de La Herrería en dirección a la silla de Felipe II, subiendo por asfalto hasta superar el monumento; poco después tomamos el GR-10 hacia Zarzalejo, comenzando una laaaarga bajada por el camino de San Martín (con algún rodeito más entretenido) hasta los mismísimos pies de la ermita de Navahonda.
Ambiente de romería en la ermita
Al llegar nos encontramos muchos coches, muchas mesas y sillas, mucha nevera, puestecillos, tenderetes y mucha animación. Vamos, fiestuki en toda regla, que diría aquél. Preguntamos si esto es así todos los domingos y no, que sólo hoy, que traen a la virgen en procesión por ese camino, si justo ése, el de Robledo, el que nosotros tenemos que coger, y que está muy mal y viene mucha gente, que no vamos a poder pasar.
El camino hacia Robledo de Chavela
El camino ciertamente está mal (para subir). Es una trialera del 15 y según nos cruzamos con los adelantados de la procesión, nos van desanimando: -¡Pero si vienen como 3000 personas, y con la virgen a cuestas! Total, que después de 500m remontando piedras decidimos darnos la vuelta y regresar a El Escorial por donde habíamos venido. Por lo menos disfrutamos de esos 500m de bajada pedrolera.
Escalinata en la calzada romana
La subida se hace larga y pesada, y con el aire de cara. Una vez pasado Zarzalejo, tomamos la calzada romana que discurre paralela a las vías del tren. Es un senderito salpicado de piedras y losas sin ninguna dificultad, salvo un tramo de 100m que requiere un poco más de habilidad.
Y así, a través de las praderas de la Fuente de la Prosperidad y un tanto frustrados por no haber podido completar la ruta original, llegamos al punto de partida.