En estos días de buen tiempo, y mientras dure, estamos intentando tocar todos los palos. Hoy toca
piedras. Y en La Jarosa las hay, y bien gordas. A la cita acudimos sólo el grupo de Vicálvaro y antes de las 9 ya estamos
desempaquetando junto al muro de la presa. La mañana está espléndida, con una luz increíble y una temperatura primaveral que ¡vamos, como para quedarse en casa!
Pero no todo iba a ser bueno. Resulta que al navegante se le han olvidado las pilas del gps -cosas de la edad, seguro- y tendremos que hacer la ruta de memoria. Aunque no es mucho problema porque la cosa está clara: primero subir a lo más alto y luego bajar hasta el embalse siguiendo las
piedrecitas. No tiene pérdida.
Como es norma habitual en la casa, empezamos subiendo, y bien. Las primeras rampas por asfalto son durillas y rápidamente entramos en calor. A la altura de Las Encinillas dejamos la pista por la derecha. Vamos a subir por lo difícil, aunque al principio el ascenso es más suave. Sin embargo, tras un cerrado giro a izquierdas el camino se empina de verdad, con tramos sostenidos al 20% hasta llegar a la Pista de la Mina, que nos conduce, ya sin tanto desnivel, al collado del mismo nombre.
Del Collado de la Mina, a la izquierda, sale la
trialera que sube al Refugio de la Salamanca. Piedras suficientemente grandes y estratégicamente separadas como para que se te encaje la rueda delantera, vegetación cerrada y neveros helados.
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Nieve en la subida al Cerro de la Salamanca |
El refugio está concurrido; dejamos las bicis y trepamos a las piedras que coronan el cerro para tener visión de las dos vertientes. Espectacular.
Y después del receso, lo dicho:
pedrolerío de todas clases y colores, aderezado con una pendiente importante, sobre todo en la parte que da acceso a la pista de La Jarosa. Luego ya, en la segunda mitad del descenso, las piedras van dejando paso poco a poco a una senda más amigable que nos deposita directamente en el bar del área recreativa.
Aquí
más fotos.
Y el track (dibujado, pero fiel al recorrido):