La innumerable cantidad de senderos singletrack ya sean su-bi-en-do, bajaaaaandoooo o faldeando laderas con caídas cuando menos respetables, no deja indiferente a nadie: el sufrimiento, la diversión y el canguelo están presentes a partes iguales.
Pero lo mejor del lugar es que, por muchas veces que vengas, siempre queda algún recoveco por descubrir, algún barranco al que asomarse..., lo que constituye una irrechazable invitación para regresar.
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