En principio la atalaya no era la protagonista de esta salida, pero una vez allí, hemos de reconocer que nos cautivó: el entorno, las vistas, la propia construcción..., im-presionante.
Partimos desde La Cabrera por la M610. Nada, unos metros, hasta encontrar el camino de Cabanillas que durante estos días hace también de cauce improvisado recogiendo el exceso de agua de las fincas colindantes: ¡Afortunados los que llevan guardabarros, porque ellos no se mojarán el culo!
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El Chifladero |
La bajada es vertiginosa (la primera parte a pata, que el terreno estaba muy suelto y las profundas roderas no daban nada de confianza) y la subida por el otro lado, hasta superar la planta potabilizadora del Canal, se hace durilla. Luego seguimos ganando altura hasta la atalaya, alternado caminos y asfalto casi a partes iguales.
En lo alto las vistas son espectaculares. Hay un refuguio acristalado para los días de más frío y el edificio está totalmente restaurado y se puede acceder al interior, con su placa informativa y todo. El que quiera saber qué pone que suba y lo lea, merece la pena.
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La atalaya de Torrepedrera o de El Berrueco |
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¡Culo to p'atraaaás! |
Resulta que en un momento dado el track es interrumpido por una alambrada que corta el camino. ¡Que manía tiene la gente de poner puertas al campo! Retrocedemos para intentar bordear la finca pero... un caballo suelto y ¿juguetón? nos corta el paso. ¡Joder con el bicho! Durante un rato nos somete a un marcaje (especialmente a Puchi) que ni en los tiempos de 'Goico' con Maradona, oiga. Con la ayuda de unos caballistas (que afortunadamente pasaban por allí) y tras la pertinente ración de descojone por su parte conseguimos salir de allí de una pieza. ¡P'habernos matao!
Las fotos pinchando aquí.
Y el track.
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